¿Qué es Unidad Total?

Por un lado,  es amigarse con todas las partes internas de cada uno. Aceptar nuestras partes oscuras y reconciliarse con uno mismo.

Por otro lado, para que una mesa se sostenga tiene que tener varias patas. En nuestro caso es lo mismo. Necesitamos varias áreas de nuestra vida más o menos satisfechas para sostenernos. Si no fuera así, nos caeríamos fácilmente. Eso pasa cuando por ejemplo, ponemos todas las fichas a un trabajo o a una pareja o a un objetivo específico. Si por alguna razón esa pata se cae, todo el resto se derrumba con ella. Por eso es importante poner fichas en todas porque así, aunque se caiga una o dos, podemos seguir de pie. Todas las patas de la mesa son importantes y es necesario que se les dé la debida importancia a cada una y no dejar nada (o lo menos posible) librado al azar a la hora de buscar un cambio en nuestros hábitos ya que al principio habrá resistencias por miedo a lo desconocido, por vagancia, negligencia, etc. Por eso necesitamos hacer un plan. Analizar todas las variables posibles y ocuparse consciente y concienzudamente de llevarlo a cabo lo más al pie de la letra posible por un mínimo de 21 días y un máximo de 3 meses (para que no se sienta como una carga) hasta lograr que surja automáticamente y sin esfuerzo.

Esta es la estrategia que planteo en este libro: ocuparnos de todas las áreas que describiremos abajo para que cuando los pensamientos negativos nos ataquen tengamos de donde agarrarnos para no caer en una espiral descendente que trae consecuencias no deseadas.

Todo empieza con un pensamiento

La mayoría de las personas piensa que son víctimas de sus padres, parejas, hijos, el gobierno, etc. y aceptan su presente con resignación. Consideran que si nacieron pobres, nunca podrán tener más dinero; si siempre fracasaron con las parejas, nunca van a tener una relación sana; si siempre estuvieron enfermas, nunca van a gozar de buena salud y así. Dan por sentado que lo que les pasa es así y no se puede cambiar. Desde ese punto de vista es muy probable que tengan razón porque justamente son nuestras creencias las que forman nuestra realidad. Es más fácil echar la culpa de lo que nos pasa a los otros, ponerlo en el afuera que hacernos cargo de nuestra propia vida.

Como decía Einstein: “no pretendas tener resultados diferentes si haces siempre lo mismo”. Salir de la “zona de confort” requiere valentía y decisión. No es una tarea fácil. Pero mucho más difícil es vivir una vida con sufrimiento y dolor. Y aquí va una buena y una mala noticia. Empecemos por la mala: Todo depende de nosotros. Y la buena: Todo depende de nosotros.

Una vez que entendemos que tenemos la posibilidad de crear nuestra propia realidad, debemos aprender a cómo hacerlo.

Lo primero es ser conscientes de que todo empieza con un pensamiento. Son éstos los que generan emociones y no al revés. Si pensamos en la guerra o vemos una película, esas imágenes, esa información va a generar en nosotros emociones de miedo, tristeza y nuestro cuerpo acompañará encogiéndose, acelerando la respiración, el ritmo cardíaco. Por el contrario, si pensamos en un bebé, nos llenaremos de sentimientos de cariño, amor, alegría y nuestro cuerpo estará relajado y en paz. Podemos pasar por estos dos estados sin ni siquiera habernos movido del sillón. Nada pasó allá afuera. Todo ocurrió en nuestra mente y sin embargo, cantidad de sensaciones, sentimientos y procesos físicos se pusieron en movimiento.

Lo segundo es saber que el universo está lleno de infinitas posibilidades. Somos nosotros los que nos limitamos. Son los mandatos familiares, sociales, bloqueos emocionales los que no nos permiten soñar con algo mejor. ¿Cómo imaginar una vida que no conocemos? Y éste es el punto de inflexión entre las personas famosas que han pasado a la historia y el resto de los mortales. Personajes como Gandhi, Jobs, Mandela, Einstein, por sólo nombrar algunos, creyeron que era posible generar algo diferente y así lo hicieron. Lucharon contra viento y marea por sus ideales, fueron fieles al dictado de su corazón y lograron alcanzar las metas que se impusieron a pesar de las negativas de su entorno. Si ellos pudieron, ¿por qué no nosotros?

Desde chica siempre me pregunte que era la felicidad. Sabía que no era feliz pero no tenía idea como llegar a conquistar eso que deseaba tanto. Lo que si sabía que era algo que iba a lograr en el futuro.  Y empezaba a fantasear que cuando fuera grande, cuando me case, cuando viaje a Europa, cuando tenga el microondas, cuando termine la facultad, cuando tenga un auto, cuando adelgace, cuando tenga plata, etc. La cuestión es que con el tiempo fui consiguiendo algunas de esas cosas pero esa sensación de insatisfacción permanecía. Durante todo ese tiempo hice todo tipo de terapias, gestáltica, transaccional, psicoanálisis, grupales, individuales, etc. Y nada. Entonces que me di cuenta que la búsqueda era a otro nivel y me metí de lleno en el camino espiritual. Probé de todo, reiki, magnify healing, registros akáshicos, rebirthing, Diksha. Viajé por todo el mundo para conocer maestros y hacer todo tipo de cursos y fue genial. Con todo esto pude comprender algunas cosas, aprendí muchas otras, sentí la conexión con la fuente, con dios pero aún así sólo tenía momentos esporádicos de felicidad y que aparentemente no dependían de mí, sólo sucedían.  En este punto, ya habiendo pasado casi la mitad de mi vida, recién después de una separación de pareja de la que quedé hecha un trapo de piso, fue que me di cuenta de algo. No puedo quedarme de brazos cruzados esperando que algo o alguien externo a mí, venga a concederme la felicidad. Soy yo la que tiene que ir a buscarla. Y fue ahí donde surgió esto que llamo el método Unidad Total que es aprender a cómo construir la propia felicidad, basado en mi experiencia y es lo que voy a compartirles hoy en esta libro.

La felicidad es algo que se construye porque está basada principalmente en nuestros pensamientos y nuestros pensamientos se forman en base a nuestras experiencias del pasado.  Creemos que la felicidad llegará si logramos determinados objetivos pero, en realidad, es sólo una historia que nos contamos. Entonces o cambiamos la vida o cambiamos los objetivos.

Te cuento como ejemplo una mujer que lo tenía todo (fama, dinero, belleza, talento) pero estaba deprimida porque quería tener hijos y ya era tarde biológicamente y no quería adoptar. Entonces había algo más atrás de eso. Ella lo que quería en realidad, era amor incondicional y pensaba que sólo un hijo natural podría darle eso. Cuando se dio cuenta de esto, cambió su idea de lo que es el  amor incondicional, que se puede recibir de los amigos, de la familia, de otras personas aparte de los hijos y entonces ahí pudo encontrar la felicidad. Cambió su pensamiento y, por lo tanto, cambió su vida.

Te propongo hacer un análisis exhaustivo de las distintas áreas de tu vida. Ponles un puntaje del 1 al 10 evaluando cuán cerca están de tu ideal. Los seis pilares sobre los que trabajamos son: el cuerpo, las relaciones, el trabajo, la espiritualidad, el tiempo libre y el servicio y haz una lista de cómo sería el ideal para ti.

Todas estas áreas son importantes para sentirnos bien, felices, queridos, útiles. Si alguna o varias de ellas no están como quisiéramos, es el momento de hacer un plan de acción para llevarlas al punto deseado. El plan de acción es planificar concienzudamente los pasos a tomar para cubrir nuestras necesidades. Puede ser desde buscar clases de pintura hasta anotarse en un gimnasio, retomar los estudios o unirse como voluntario a alguna fundación solidaria. De esta manera, nuestro bienestar está repartido en varias canastas y no depende de una sola o unas pocas. Cuando todos estos aspectos de nuestra vida están cubiertos, si algún área se desbalanceara, como una separación o un despido, las otras ayudarán a encontrar el equilibrio más fácilmente. La felicidad es una decisión y depende pura y exclusivamente de nosotros mismos. Así que: ¡manos a la obra!